jueves, 5 de noviembre de 2015

El clivaje socioeconómico de la República de Guatemala

Un primer elemento que ayuda a desentrañar la lógica institucional de los partidos políticos es indudablemente, las características socio-económicas de la sociedad en el que se insertan, ya que aunque una de sus funciones más importantes es buscar la representatividad, en la práctica este objetivo se complementa con la búsqueda de capitalizar la preferencia del electorado con miras al control del Gobierno. En ese sentido, una presuposición inicial es que los partidos van a maximizar las estrategias que les permitan acaparar el mayor número de votos con el mínimo costo y esfuerzo, especialmente si el sistema electoral no contempla un financiamiento público acorde con el cada vez más oneroso costo de las campañas electorales. Por ello, un primer mapa pretende mostrar lo que se podría llamar el clivaje socioeconómico que diferencian las regiones prósperas y mejor comunicadas, de las áreas geográficamente más inaccesibles y usualmente más pobres, ya que estos aspectos deberían de explicar en parte, el despliegue organizacional de los partidos políticos. Como se puede comprobar, las regiones indígenas (mostradas en el mapa con la sigla y representadas por el tamaño de los círculos) coinciden en gran medida con las áreas menos desarrolladas de Guatemala (en color amarillo más intenso), el cual presenta un clivaje socioeconómico importante para situar la discusión de la democracia. En el mapa 2, por el contrario, se explora la relación entre el nivel de empadronamiento y las áreas indígenas, y como podemos visualizar, las áreas no indígenas (representadas por las variedades del color amarillo, siendo las regiones menos indígenas las del color más claro) son precisamente las que mayor peso electoral tienen (representadas por el tamaño del círculo), debido a la cantidad de electores que representan. Lo que se puede inferir es que las regiones indígenas tenderían a ser las que menos peso tienen en el padrón electoral, ya que los principales distritos electorales —básicamente, la capital—, son de mayoría ladina, lo que en cierta forma señalaría tentativamente que las regiones indígenas tienen menos oportunidades de ser tomadas en cuenta en la estrategia de expansión de los partidos políticos. Sin embargo, una observación de fondo. La alta correlación entre áreas indígenas y niveles de pobreza hace que por momentos, ambas variables se confundan intermitentemente, por lo que estas conclusiones también podrían estar basándose en esta estrecha cercanía, lo cual implicaría que no son necesariamente los indígenas los excluidos de la estrategia partidaria, sino aquellos que viven en condiciones de pobreza y en condiciones de difícil accesibilidad. De todas formas, es evidente que se necesita mayor información para desentrañar la estructura de derechos del voto en Guatemala, para dilucidar la hipótesis de una inclusión inequitativa de los indígenas y/o habitantes del área rural en los procesos electorales.






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