FIGUEROA-
HUERTA
FRICCIONES
CULTURALES EN CUBA
LAS RELIGIONES Y CULTURAS DE ORIGEN AFRICANO
EN CUBA
Al igual que Brasil, Cuba tiene
costumbres en parte derivadas de creencias de origen africano, transmitidas por
individuos que conocieron la experiencia servil, la esclavitud
institucionalizada. Pero la sociedad cubana presenta la particularidad de unir estas
costumbres a una adhesión oficial a las doctrinas y prácticas
marxistas-leninistas. Al contrario de ciertos países africanos o, en el Caribe,
de Haití, donde el poder ha instaurado mecanismos de utilización a la escala
nacional de los poderes ocultos, el régimen cubano, de 1959 a 1991, ha optado
por ignorar y hasta por reprimir a los creyentes, practicantes y simpatizantes
de las religiones de origen africano, considerando que su dimensión mágica se
opone a los valores éticos de la revolución. Desde el “triunfo de la
revolución”, ser adepto de una religión de origen africano era mal visto por
las autoridades : una persona podía perder su empleo si era probado que su
referencia doctrinaria era otra que el materialismo histórico, con notable
perjuicio en el caso de las religiones de origen africano : el artículo 40 del
Código de Defensa Civil consideraba como agravante de mayor peligrosidad tanto
la creencia como la práctica de esas religiones, que imposibilitaban el ingreso
al Partido Comunista de Cuba (PCC). Hasta ahora, ciertas categorías de
trabajadores de empresas del Estado tienen prohibido cualquier vínculo con
alguna de esas religiones, resultando de esa prohibición las consultas a
escondidas.
Desde el comienzo del siglo XX, las
religiones de origen africano integran a adeptos y simpatizantes de todos
orígenes. El determinismo es combatido a diario: ‹‹ Soy negro, se oye comúnmente,
pero no determina. ›› Que los valores de las religiones afro-cubanas hayan
informado la sociedad global se debe, paradójicamente, al hecho de haber sido
despreciadas e ignoradas desde el “triunfo de la revolución” (1959) hasta el
comienzo del “periodo especial en tiempo de paz” (1990), lo que les permitió
expandirse solapadamente.
RIVALIDADES INTERNAS EN EL “PERIODO
ESPECIAL EN TIEMPO DE PAZ”.
Es difícil precisar la fecha de inicio del periodo especial. Según Fogel y
Rosenthal, quienes se encontraban entonces en Cuba, el inicio del periodo
especial nunca fue anunciado, aunque se hace empezar al final del mes de agosto
de 1990, cuando el periódico Granma
denuncia un atraso de dos millones de toneladas en la entrega del petróleo
soviético.
Notamos que coincide esta fecha, más
de un año antes del 4º Congreso del PCC (10-14 de octubre del 1991) con la
salida de dos obras sobre las religiones de origen africano, publicación que
señala un giro de actitud por parte de las autoridades del Partido. Por un
lado, la historiadora del arte Lázara Menéndez, profesora en la facultad de
letras de la Universidad de La Habana, publica los Estudios afrocubanos, una
compilación que reúne fragmentos de
libretas de varios santeros y ejemplos de manuales de santería. Las libretas,
cuadernillos utilizados por los consultantes de las sesiones oraculares (itás)
como ayuda para recordar las indicaciones personales, son de uso privado; los
manuales son textos generalmente mimeografiados en cantidades reducidas que
circulaban con discreción, es decir bajo el manto, antes de la relativa
liberalización ocurrida a partir de octubre del 1991, a raíz del 4º Congreso.
También sale el libro de Natalia Bolívar Los orishas en Cuba. Este libro es un
resumen simplificado al extremo de los
diferentes principios de la regla de ocha, llamada popularmente
“santería”, el equivalente cubano del candomblé.
LA HABANA, “MECA YORUBA”
Aunque la compilación de Lázara
Menéndez se proyecta, a través del público estudiantil, hacia un público cubano
general, como un aparente reconocimiento oficial de la visión del mundo
manifiesta en libretas y manuales, el libro de Natalia Bolívar ya apunta a otro
objetivo, más bien turístico-comercial. Publicado por la editorial de la Unión
de escritores y artistas de Cuba (UNEAC), es presentado a un público híbrido de
extranjeros presentes en el país (incluyendo a la autora de este artículo) y de
cubanos con oportunidades de viajar al exterior. La ortografía anglicizada del
término “orishas”, lejos de ser accidental, tiene un objetivo múltiple, en una
tendencia que será acentuada con los años. Revela una óptica de marketing, con
la meta de difundir las religiones afro-cubanas como productos: se apunta así a
un mercado tanto internacional como más específicamente anglosajón, aceptando
el inglés como idioma comercial internacional53. Por otro lado, se trata de
presentar Cuba como la cuna de las religiones de origen africano. De acuerdo
con ese objetivo, la grafía hispana (oricha, ocha, Ochún, Changó...) utilizada
por la población presenta varios inconvenientes. Recalca la herencia
lingüística española, cuando lo que se quiere es poner énfasis en lo africano
anglohablante, en referencia a la civilización yoruba de Nigeria: el objetivo
es propulsar la ciudad de La Habana como “La Meca yoruba”. Se trata entonces de
borrar la hostilidad en la batalla cultural entre lo hispano y lo anglo
imperante en Cuba desde la República neo-colonial, cediendo en el campo del
idioma para ganar en el turístico-financiero.
También tiene un papel importante en
esos cambios la captación de los financiamientos internacionales negados a las
organizaciones de masas, que los políticos intentan hacer pasar por
organizaciones no gubernamentales (ONGs)55. . Para ese fin es levantada una
organización que a la vez dependa de la Oficina de Atención a los Asuntos
Religiosos del Comité central del PCC y pueda ser presentada como ONG ante los
visitantes en el territorio nacional, así como en el extranjero. Durante varios
años, una feroz competición enfrentó varias agrupaciones de babalaos para
convertirse en la asociación oficial, entre las que se destacaron “Ifá Iran
Lowo” e “Ifá ayer, Ifá hoy, Ifá mañana”. Esta última gana la batalla por la
institucionalización, recibiendo el visto bueno de la Oficina de atención a los
asuntos religiosos del Comité central del partido comunista de Cuba por la
“confiabilidad política” de sus dirigentes y cambia su nombre por el de “Asociación Cultural Yoruba de Cuba (ACYC)”.
Se nota ya en esa época (1991-1994) el peso de los acuerdos
intergubernamentales. Muchos santero-as y babalaos discrepan con la
organización asociativa, la que contradice la organización en familias
rituales, fundamentada en la transmisión oral de persona a persona.
A cubierto de esta “ONG”
gubernamental, el Estado-partido realiza manifestaciones de turismo religioso,
de turismo cultural y de turismo científico, uniendo los conceptos, según los
casos. Se puede considerar simplemente una manera de acumular divisas, nuevo
lema del PCC.
En mayo del 1994, unos meses antes de
la reunión del programa de la UNESCO “La ruta del esclavo” (septiembre 1994, en
Ouidah, Bénin) tiene lugar en La Habana el II° Encuentro internacional yoruba,
al que son invitados el universitario nigeriano Wandé Abimbola, especialista de
la tradición oral yoruba y el antropólogo brasileño Júlio Braga, para darle
credibilidad académica al evento. Se acercan algunos practicantes cubanos de
las religiones afro-cubanas, sin convicción, pues en esa fecha ya las
orientaciones han sido definidas desde la Oficina de atención a los asuntos
religiosos (recordemos que Caridad Diego
se hizo cargo de la nueva dirección en 1993). Después del evento, los adeptos
tienen una idea más clara de lo que prepara la ACYC y, superando la fase de la
expectación, se inicia una dinámica de
resistencia. El propósito, además de dar a Cuba una posición sobresaliente en
el mercado turístico internacional, es centralizar a los creyentes, practicantes
y simpatizantes, así como uniformizar la práctica de las religiones, según un
modelo folklorizado. La captación se hace mediante la membresía con un carné
rosado para las santeras, azul para los santeros y verde para los babalaos.
Además del cliché significado por el uso de tales colores, se evidencia la
manera desviada de integrar al aparato de Estado a una población que, escaldada
por el rechazo sufrido hasta octubre de 1991, no está muy dispuesta a pedir el
carné del Partido, aunque ahora le sea permitido. Se aplica así el lema de
Lénin : ‹‹ Es miembro del Partido todo el que pertenece a una organización del
Partido . ›› El turismo religioso que empezó a afluir con la apertura del país
en el decorrer de la década de los 90 no incomoda a los practicantes antiguos.
Muchos de ellos logran beneficiarse de la demanda, en mayor o menor medida, sin demasiados abusos.
Tal vez porque la mayor parte de los visitantes en busca de sus servicios
provienen de los paises hispanohablantes de la sub-región: Panamá, Venezuela,
México, Puerto Rico… Lo que algunos sociólogos llaman el “comercio de bienes
simbólicos” se lleva a cabo sin conflictos. Pues, paralelamente a los llamados
diplo-santeros58, diplo-babalaos y otros “bruji-tur”, cuyo fin es explotar a
los extranjeros que viajan a Cuba en busca de la resolución de problemas
personales, muchos son los prácticantes que atienden la demanda con
responsabilidad. Aplicando un saber a la vez ritual y psicológico, realizan la
cura ritual requerida.
EL “PLAN DE RECONSTRUCCIÓN ETNOGRÁFICA”.
Muy distinto es el tipo de turismo
llevado a cabo en el marco de la ACYC. Es desarrollado el plan iniciado con el
1er Congreso yoruba de Cuba, en mayo del 1992, al que siguen el IIº Congreso en
mayo del 1994 y, en diciembre del 1995, el encuentro del Comité internacional
de “La ruta del esclavo”, en Matanzas.
Se intensifica la folklorización de las religiones. Opera una
instrumentalización de tipo museal en visitas masivas impuestas a las
casas-templos, como en el cabildo Santa Teresa, de Matanzas, en que, a mediados
de los años 90, una representante de la Fundación “Fernando Ortiz” llevó sin
previo aviso a un grupo importante de extranjeros, perturbando un ciclo de
ceremonias que la familia ritual estaba llevando a cabo. Por otro lado, la ACYC
organiza, en su local de La Habana Vieja, en Monte y Dragones, diversas
actividades de enseñanza, dirigidas por personas oriundas de los círculos
oficiales, totalmente ajenas al medio de la regla de ocha. Un buen ejemplo de
ello son las clases de bailes de los orichas, a cargo de Graciela Chao
Carbonero. La profesora, titular del Instituto Superior de Arte (ISA), aprendió
en esa escuela la versión folklorizada de los bailes de los orichas y ha sido
nombrada para enseñar una forma danzaria similar a la versión reproducida por
el Conjunto folklórico nacional, es decir una práctica vaciada de todo su
contenido en que la transculturación estética desplaza la realidad cosmológica
y psicológica de la situación ritual. En la generalización del proceso, la ACYC
encuentra su continuidad académica en la Fundación “Fernando Ortiz”, que
reproduce una visión edulcorada de las religiones afrocubanas. Los mayores se
ven presionados, la ACYC ostenta sus datos personales en su sitio web, con o
sin el aval de los interesados. Aunque la relación de fuerza sea
desequilibrada, se expresa en la medida de lo posible la inconformidad de esa población, como se puede
leer en el capítulo “Las expresiones de origen africano, su estado actual y posiciones
en relación con la sociedad cubana” de una obra de sociología de las religiones
: « Se le hicieron fuertes críticas al turismo, a los problemas sociales que
aparecen con él y al surgimiento de conductas negativas, como el tráfico de
influencias, en personas y dirigentes vinculados a dicha actividad económica ».
UNA VISIÓN MUSEALIZADA DE LAS CULTURAS
VIVAS
Existe el riesgo de que el “plan de
reconstrucción etnográfica” se vaya pareciendo más y más al que existe en
República dominicana. Ahí, han sido reconstruidas para los turistas poblaciones
tainas con chozas, objetos cotidianos y bailes pseudo-tainos realizados por
mestizos afro-europeos, hombres y mujeres escogidos por su tez cobriza. Los
actores bailan al son de ritmos muy
alejados de la música autóctona, que sigue viva en el continente americano. Se
logra la ilusión ante turistas desentendidos, por tratarse de una cultura ahí
desaparecida. Pero, cuando esta misma política es aplicada a una civilización
viva como lo es la fundamentada por las religiones de origen africano, ese tipo
de medidas no puede sino provocar resistencia. La dinámica actual se consolidó
en torno al 1993, en parte para
adecuarse a la demanda de los organismos
intergubernamentales. La tesis de Daisy Fariñas Gutiérrez, Formas tempranas de
religión en Cuba (1993) viene en eco al programa La tercera raíz de la mexicana
Luz María Martínez Montiel, aprobado por la UNESCO. Daisy Fariñas recalca que
las tres raices de la cubanidad son la
europea (española), la africana (se sobreentiende yoruba) y la autóctona
(taina). Pero a la inversa de Martínez Montiel, quién saca a la luz la
presencia africana en México, Fariñas Gutiérrez insiste en la actualidad de los cemíes taínos (una suerte de
fetiches), estableciendo un paralelo con
los objetos rituales de las religiones afro-cubanas, llevando estos a un
interpretación museal, como si se tratara, al igual que la civilización taina,
de una civilización desaparecida. Este punto, altamente significativo, es uno
más que revela el objetivo perseguido por el régimen : precisamente musealizarlas,
para negar su cualidad de civilización y, por ende, instrumentalizarlas con
mayor facilidad.
Sin extrapolar mucho, se podría
comparar las religiones de origen africano revisadas por el PCC y
difundidas por la ACYC con los
espectáculos étnicos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Estos
eran una escenificación de la vida cotidiana en un poblado africano63, es decir
una puesta en escena ficcional de lo real, sin común medida con los contenidos
efectivos, como es el caso de los toques de tambor dados en la casona de la
ACYC o en el parque Villalón. Esta escenificación, lejos de ser gratuita, es un
fenómeno mayor en la construcción de las mentalidades, cuyo objetivo, al igual
que en aquellos espectáculos, es una construcción de la mirada. Una parte
importante de esa construcción es la reciente exportación en Europa (Italia,
España, Francia) de las religiones de origen africano revisadas por el PCC. El
« Congreso Internacional Yoruba64 » de
la ACYC en La Habana ha dado paso al « Congreso Mundial Yoruba » de Wande Abimbola, ostentando un
proselitismo y una filosofía de tipo ecuménico
que poco tiene que ver con la regla de ocha, pero si bastante con la
“religión yoruba” tal y como ha sido construida por los primeros agentes
misioneros anglicanos africanos procedientes de Sierra Leone (los returnees).
Como lo muestra John Peel65, es el producto de una “inculturación” programada
(y no espontánea como en el caso del invento cubano de la regla de ocha), que
pretende encontrar la esencia de un cristianismo originario tomando las formas
culturales africanas, pero manteniendo los fundamentos del critianismo.
LA EXPORTACIÓN DEL PRODUCTO “RELIGIÓN
YORUBA”
La capital cubana, concebida como “La
Meca yoruba”, como lo escribe irónicamente un periodista independiente, la
“religión yoruba” de la ACYC inicia una etapa de proselitismo en los paises
europeos, con giras y creación de filiales, difundiendo el CD del ‹‹ Congreso
Mundial yoruba ›› distribuido por la productora cubana Abdalá S. A. El tema objeto
de la mediatización es: ‹‹ Ser yoruba en Cuba y ser yoruba en Francia ››.
Antonio Castañeda, presidente internacional de la ACYC, de la que Yokufran es
una filial, presenta la ACYC como una ONG, recalcando que su local ha
beneficiado de una rehabilitación de dos millones de dólares ‹‹ para que sea un
centro digno de la religión yoruba. ››
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