domingo, 15 de noviembre de 2015

FIGUEROA- HUERTA
FRICCIONES CULTURALES EN CUBA
 LAS RELIGIONES Y CULTURAS DE ORIGEN AFRICANO EN CUBA
Al igual que Brasil, Cuba tiene costumbres en parte derivadas de creencias de origen africano, transmitidas por individuos que conocieron la experiencia servil, la esclavitud institucionalizada. Pero la sociedad cubana presenta la particularidad de unir estas costumbres a una adhesión oficial a las doctrinas y prácticas marxistas-leninistas. Al contrario de ciertos países africanos o, en el Caribe, de Haití, donde el poder ha instaurado mecanismos de utilización a la escala nacional de los poderes ocultos, el régimen cubano, de 1959 a 1991, ha optado por ignorar y hasta por reprimir a los creyentes, practicantes y simpatizantes de las religiones de origen africano, considerando que su dimensión mágica se opone a los valores éticos de la revolución. Desde el “triunfo de la revolución”, ser adepto de una religión de origen africano era mal visto por las autoridades : una persona podía perder su empleo si era probado que su referencia doctrinaria era otra que el materialismo histórico, con notable perjuicio en el caso de las religiones de origen africano : el artículo 40 del Código de Defensa Civil consideraba como agravante de mayor peligrosidad tanto la creencia como la práctica de esas religiones, que imposibilitaban el ingreso al Partido Comunista de Cuba (PCC). Hasta ahora, ciertas categorías de trabajadores de empresas del Estado tienen prohibido cualquier vínculo con alguna de esas religiones, resultando de esa prohibición las consultas a escondidas.
Desde el comienzo del siglo XX, las religiones de origen africano integran a adeptos y simpatizantes de todos orígenes. El determinismo es combatido a diario: ‹‹ Soy negro, se oye comúnmente, pero no determina. ›› Que los valores de las religiones afro-cubanas hayan informado la sociedad global se debe, paradójicamente, al hecho de haber sido despreciadas e ignoradas desde el “triunfo de la revolución” (1959) hasta el comienzo del “periodo especial en tiempo de paz” (1990), lo que les permitió expandirse solapadamente.
RIVALIDADES INTERNAS EN EL “PERIODO ESPECIAL EN TIEMPO DE PAZ”.
Es difícil precisar la fecha  de inicio del periodo especial. Según Fogel y Rosenthal, quienes se encontraban entonces en Cuba, el inicio del periodo especial nunca fue anunciado, aunque se hace empezar al final del mes de agosto de 1990,  cuando el periódico Granma denuncia un atraso de dos millones de toneladas en la entrega del petróleo soviético.
Notamos que coincide esta fecha, más de un año antes del 4º Congreso del PCC (10-14 de octubre del 1991) con la salida de dos obras sobre las religiones de origen africano, publicación que señala un giro de actitud por parte de las autoridades del Partido. Por un lado, la historiadora del arte Lázara Menéndez, profesora en la facultad de letras de la Universidad de La Habana, publica los Estudios afrocubanos, una
compilación que reúne fragmentos de libretas de varios santeros y ejemplos de manuales de santería. Las libretas, cuadernillos utilizados por los consultantes de las sesiones oraculares (itás) como ayuda para recordar las indicaciones personales, son de uso privado; los manuales son textos generalmente mimeografiados en cantidades reducidas que circulaban con discreción, es decir bajo el manto, antes de la relativa liberalización ocurrida a partir de octubre del 1991, a raíz del 4º Congreso. También sale el libro de Natalia Bolívar Los orishas en Cuba. Este libro es un resumen simplificado al extremo de los  diferentes principios de la regla de ocha, llamada popularmente “santería”, el equivalente cubano del candomblé.
 LA HABANA, “MECA YORUBA”
Aunque la compilación de Lázara Menéndez se proyecta, a través del público estudiantil, hacia un público cubano general, como un aparente reconocimiento oficial de la visión del mundo manifiesta en libretas y manuales, el libro de Natalia Bolívar ya apunta a otro objetivo, más bien turístico-comercial. Publicado por la editorial de la Unión de escritores y artistas de Cuba (UNEAC), es presentado a un público híbrido de extranjeros presentes en el país (incluyendo a la autora de este artículo) y de cubanos con oportunidades de viajar al exterior. La ortografía anglicizada del término “orishas”, lejos de ser accidental, tiene un objetivo múltiple, en una tendencia que será acentuada con los años. Revela una óptica de marketing, con la meta de difundir las religiones afro-cubanas como productos: se apunta así a un mercado tanto internacional como más específicamente anglosajón, aceptando el inglés como idioma comercial internacional53. Por otro lado, se trata de presentar Cuba como la cuna de las religiones de origen africano. De acuerdo con ese objetivo, la grafía hispana (oricha, ocha, Ochún, Changó...) utilizada por la población presenta varios inconvenientes. Recalca la herencia lingüística española, cuando lo que se quiere es poner énfasis en lo africano anglohablante, en referencia a la civilización yoruba de Nigeria: el objetivo es propulsar la ciudad de La Habana como “La Meca yoruba”. Se trata entonces de borrar la hostilidad en la batalla cultural entre lo hispano y lo anglo imperante en Cuba desde la República neo-colonial, cediendo en el campo del idioma para ganar en el turístico-financiero.
También tiene un papel importante en esos cambios la captación de los financiamientos internacionales negados a las organizaciones de masas, que los políticos intentan hacer pasar por organizaciones no gubernamentales (ONGs)55. . Para ese fin es levantada una organización que a la vez dependa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité central del PCC y pueda ser presentada como ONG ante los visitantes en el territorio nacional, así como en el extranjero. Durante varios años, una feroz competición enfrentó varias agrupaciones de babalaos para convertirse en la asociación oficial, entre las que se destacaron “Ifá Iran Lowo” e “Ifá ayer, Ifá hoy, Ifá mañana”. Esta última gana la batalla por la institucionalización, recibiendo el visto bueno de la Oficina de atención a los asuntos religiosos del Comité central del partido comunista de Cuba por la “confiabilidad política” de sus dirigentes y cambia su nombre por el de  “Asociación Cultural Yoruba de Cuba (ACYC)”. Se nota ya en esa época (1991-1994) el peso de los acuerdos intergubernamentales. Muchos santero-as y babalaos discrepan con la organización asociativa, la que contradice la organización en familias rituales, fundamentada en la transmisión oral de persona a persona.
A cubierto de esta “ONG” gubernamental, el Estado-partido realiza manifestaciones de turismo religioso, de turismo cultural y de turismo científico, uniendo los conceptos, según los casos. Se puede considerar simplemente una manera de acumular divisas, nuevo lema del PCC.
En mayo del 1994, unos meses antes de la reunión del programa de la UNESCO “La ruta del esclavo” (septiembre 1994, en Ouidah, Bénin) tiene lugar en La Habana el II° Encuentro internacional yoruba, al que son invitados el universitario nigeriano Wandé Abimbola, especialista de la tradición oral yoruba y el antropólogo brasileño Júlio Braga, para darle credibilidad académica al evento. Se acercan algunos practicantes cubanos de las religiones afro-cubanas, sin convicción, pues en esa fecha ya las orientaciones han sido definidas desde la Oficina de atención a los asuntos religiosos  (recordemos que Caridad Diego se hizo cargo de la nueva dirección en 1993). Después del evento, los adeptos tienen una idea más clara de lo que prepara la ACYC y, superando la fase de la expectación, se inicia  una dinámica de resistencia. El propósito, además de dar a Cuba una posición sobresaliente en el mercado turístico internacional, es centralizar a los creyentes, practicantes y simpatizantes, así como uniformizar la práctica de las religiones, según un modelo folklorizado. La captación se hace mediante la membresía con un carné rosado para las santeras, azul para los santeros y verde para los babalaos. Además del cliché significado por el uso de tales colores, se evidencia la manera desviada de integrar al aparato de Estado a una población que, escaldada por el rechazo sufrido hasta octubre de 1991, no está muy dispuesta a pedir el carné del Partido, aunque ahora le sea permitido. Se aplica así el lema de Lénin : ‹‹ Es miembro del Partido todo el que pertenece a una organización del Partido . ›› El turismo religioso que empezó a afluir con la apertura del país en el decorrer de la década de los 90 no incomoda a los practicantes antiguos. Muchos de ellos logran beneficiarse de la demanda, en  mayor o menor medida, sin demasiados abusos. Tal vez porque la mayor parte de los visitantes en busca de sus servicios provienen de los paises hispanohablantes de la sub-región: Panamá, Venezuela, México, Puerto Rico… Lo que algunos sociólogos llaman el “comercio de bienes simbólicos” se lleva a cabo sin conflictos. Pues, paralelamente a los llamados diplo-santeros58, diplo-babalaos y otros “bruji-tur”, cuyo fin es explotar a los extranjeros que viajan a Cuba en busca de la resolución de problemas personales, muchos son los prácticantes que atienden la demanda con responsabilidad. Aplicando un saber a la vez ritual y psicológico, realizan la cura ritual requerida.
 EL “PLAN DE RECONSTRUCCIÓN ETNOGRÁFICA”.
Muy distinto es el tipo de turismo llevado a cabo en el marco de la ACYC. Es desarrollado el plan iniciado con el 1er Congreso yoruba de Cuba, en mayo del 1992, al que siguen el IIº Congreso en mayo del 1994 y, en diciembre del 1995, el encuentro del Comité internacional de  “La ruta del esclavo”, en Matanzas. Se intensifica la folklorización de las religiones. Opera una instrumentalización de tipo museal en visitas masivas impuestas a las casas-templos, como en el cabildo Santa Teresa, de Matanzas, en que, a mediados de los años 90, una representante de la Fundación “Fernando Ortiz” llevó sin previo aviso a un grupo importante de extranjeros, perturbando un ciclo de ceremonias que la familia ritual estaba llevando a cabo. Por otro lado, la ACYC organiza, en su local de La Habana Vieja, en Monte y Dragones, diversas actividades de enseñanza, dirigidas por personas oriundas de los círculos oficiales, totalmente ajenas al medio de la regla de ocha. Un buen ejemplo de ello son las clases de bailes de los orichas, a cargo de Graciela Chao Carbonero. La profesora, titular del Instituto Superior de Arte (ISA), aprendió en esa escuela la versión folklorizada de los bailes de los orichas y ha sido nombrada para enseñar una forma danzaria similar a la versión reproducida por el Conjunto folklórico nacional, es decir una práctica vaciada de todo su contenido en que la transculturación estética desplaza la realidad cosmológica y psicológica de la situación ritual. En la generalización del proceso, la ACYC encuentra su continuidad académica en la Fundación “Fernando Ortiz”, que reproduce una visión edulcorada de las religiones afrocubanas. Los mayores se ven presionados, la ACYC ostenta sus datos personales en su sitio web, con o sin el aval de los interesados. Aunque la relación de fuerza sea desequilibrada, se expresa en la medida de lo posible la  inconformidad de esa población, como se puede leer en el capítulo “Las expresiones de origen africano, su estado actual y posiciones en relación con la sociedad cubana” de una obra de sociología de las religiones : « Se le hicieron fuertes críticas al turismo, a los problemas sociales que aparecen con él y al surgimiento de conductas negativas, como el tráfico de influencias, en personas y dirigentes vinculados a dicha actividad económica ».
UNA VISIÓN MUSEALIZADA DE LAS CULTURAS VIVAS
Existe el riesgo de que el “plan de reconstrucción etnográfica” se vaya pareciendo más y más al que existe en República dominicana. Ahí, han sido reconstruidas para los turistas poblaciones tainas con chozas, objetos cotidianos y bailes pseudo-tainos realizados por mestizos afro-europeos, hombres y mujeres escogidos por su tez cobriza. Los actores bailan  al son de ritmos muy alejados de la música autóctona, que sigue viva en el continente americano. Se logra la ilusión ante turistas desentendidos, por tratarse de una cultura ahí desaparecida. Pero, cuando esta misma política es aplicada a una civilización viva como lo es la fundamentada por las religiones de origen africano, ese tipo de medidas no puede sino provocar resistencia. La dinámica actual se consolidó en torno al 1993, en parte  para adecuarse  a la demanda de los organismos intergubernamentales. La tesis de Daisy Fariñas Gutiérrez, Formas tempranas de religión en Cuba (1993) viene en eco al programa La tercera raíz de la mexicana Luz María Martínez Montiel, aprobado por la UNESCO. Daisy Fariñas recalca que las tres raices  de la cubanidad son la europea (española), la africana (se sobreentiende yoruba) y la autóctona (taina). Pero a la inversa de Martínez Montiel, quién saca a la luz la presencia africana en México, Fariñas Gutiérrez insiste en la actualidad  de los cemíes taínos (una suerte de fetiches), estableciendo un paralelo con  los objetos rituales de las religiones afro-cubanas, llevando estos a un interpretación museal, como si se tratara, al igual que la civilización taina, de una civilización desaparecida. Este punto, altamente significativo, es uno más que revela el objetivo perseguido por el régimen : precisamente musealizarlas, para negar su cualidad de civilización y, por ende, instrumentalizarlas con mayor facilidad.
Sin extrapolar mucho, se podría comparar las religiones de origen africano revisadas por el PCC y difundidas  por la ACYC con los espectáculos étnicos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Estos eran una escenificación de la vida cotidiana en un poblado africano63, es decir una puesta en escena ficcional de lo real, sin común medida con los contenidos efectivos, como es el caso de los toques de tambor dados en la casona de la ACYC o en el parque Villalón. Esta escenificación, lejos de ser gratuita, es un fenómeno mayor en la construcción de las mentalidades, cuyo objetivo, al igual que en aquellos espectáculos, es una construcción de la mirada. Una parte importante de esa construcción es la reciente exportación en Europa (Italia, España, Francia) de las religiones de origen africano revisadas por el PCC. El « Congreso Internacional Yoruba64 »  de la ACYC en La Habana ha dado paso al « Congreso Mundial Yoruba  » de Wande Abimbola, ostentando un proselitismo y una filosofía de tipo ecuménico  que poco tiene que ver con la regla de ocha, pero si bastante con la “religión yoruba” tal y como ha sido construida por los primeros agentes misioneros anglicanos africanos procedientes de Sierra Leone (los returnees). Como lo muestra John Peel65, es el producto de una “inculturación” programada (y no espontánea como en el caso del invento cubano de la regla de ocha), que pretende encontrar la esencia de un cristianismo originario tomando las formas culturales africanas, pero manteniendo los fundamentos del critianismo.
LA EXPORTACIÓN DEL PRODUCTO “RELIGIÓN YORUBA”

La capital cubana, concebida como “La Meca yoruba”, como lo escribe irónicamente un periodista independiente, la “religión yoruba” de la ACYC inicia una etapa de proselitismo en los paises europeos, con giras y creación de filiales, difundiendo el CD del ‹‹ Congreso Mundial yoruba ›› distribuido por la productora cubana Abdalá S. A. El tema objeto de la mediatización es: ‹‹ Ser yoruba en Cuba y ser yoruba en Francia ››. Antonio Castañeda, presidente internacional de la ACYC, de la que Yokufran es una filial, presenta la ACYC como una ONG, recalcando que su local ha beneficiado de una rehabilitación de dos millones de dólares ‹‹ para que sea un centro digno de la religión yoruba. ›› 

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