miércoles, 4 de noviembre de 2015

RIVALIDADES POLÍTICAS DEL PERÚ (MIQUEO - QUINCI)

LA RELACIÓN CHILE - PERÚ


Cabría observar ciertas coincidencias entre la situación actual y el dinámico aspecto que llegaron a tener las relaciones peruano-chilenas en ciertas etapas específicas, sobre todo en el tiempo que precedió a la infausta Guerra del Pacífico (1879-1883).

En la época del Virreinato, de las luchas por la Independencia, y de las repúblicas nacientes, las economías peruana y chilena fueron complementarias en muchos sentidos. Trigo chileno y azúcar peruana fueron intercambiados durante siglos. Pocos saben que –exactamente al revés de lo que ocurre en nuestros días- la economía peruana de la segunda mitad del siglo XIX, dinamizada por el guano, fue un auténtico imán para miles de obreros chilenos que, entre otras cosas, dieron un aporte esencial a la construcción de los ferrocarriles peruanos, en un tiempo histórico anterior al enganche de los campesinos de la Sierra. Entonces, pese a la ausencia de una frontera común, casi no había familia de las clases altas del Perú y de Chile que no exhibiera algún vínculo familiar, amical, intelectual o de negocios, respectivamente, en Santiago y en Lima. Muchos peruanos ilustres, como Ramón Castilla, Manuel González Prada, Nicolás de Piérola, Manuel Pardo y Alfonso Ugarte vivieron en Chile y lo conocieron de cerca. Lo mismo le ocurrió, en sentido inverso, a personalidades chilenas como Francisco Bilbao o Benjamín Vicuña Mackenna, que tanta acogida tuvieron en el Perú. Chile fue siempre tierra generosa para los exiliados políticos peruanos, como el Perú lo había sido en su tiempo con Bernardo O´Higgins. No sólo se trataba de la existencia de fuertes vínculos individuales. Para usar el lenguaje del historiador Braudel, la relación también se enraizaba, como se ha visto, en lo que podríamos llamar un plano estructural y de larga duración. El éxito relativo que tuvieron las relaciones peruano-chilenas antes de la Guerra del Pacífico tuvo que ver, precisamente, con esta afortunada coincidencia entre actitudes y acciones constructivas, muchas veces a nivel personal, y el peso de una realidad concreta propicia para el intercambio y una sana interdependencia.


La Guerra del Pacífico: INICIOS

Fue un conflicto bélico, desarrollado entre 1879 y 1884, que involucró a tres países latinoamericanos: Chile, Perú y Bolivia. Se trató de un conflicto limítrofe, pero no por la demarcación territorial en sí misma, sino porque involucraba zonas ricas en guano y salitre, por eso la mayoría de los autores es coincidente en denominarla “Guerra del Salitre”.
No debe confundirse esta guerra del Pacífico, con la que ocurrió en los albores de la segunda Guerra Mundial (1937-1945) en la que participaron, Japón por un lado y por el otro, Estados Unidos, Gran Bretaña y China, entre otros países.

CAUSAS
Bolivia había ocupado la región más importante del desierto de Atacama, situado al sur de su territorio y al norte de Chile, en la región de Antofagasta. Esta zona es muy rica en cobre, hierro y por sus salares, producto de las aguas de lluvia que disuelven la sal del suelo. Al evaporarse el agua, queda la sal allí acumulada.
Sin embargo, esa región rica en minerales, era explotada por los chilenos. Allí establecieron la Compañía de Salitre de Antofagasta, que desde el 1 de mayo de 1872, inició transacciones comerciales de exportación de salitre con destino a Europa.
En tanto, Perú también contaba con una región rica en salitre ubicada en Tarapacá, donde el gobierno peruano, en 1875, había realizado la expropiación de las salitreras, de capitales chilenos, a cambio de un pago con certificados. Seguramente la decisión se había tomado bajo la influencia de un inglés, Robert Harvey, a quien luego se le asoció un compatriota, John Thomas North. Ambos influenciaban en los dos países, Chile y Perú para crear rivalidades, a fin de extraer provecho personal. Estos británicos fueron los principales compradores de los certificados, gracias a préstamos que les otorgaron los Bancos de Chile.


EL ENFRENTAMIENTO NAVAL
Enfrentamiento naval La región de Antofagasta fue invadida por fuerzas chilenas, por orden del presidente Pinto, el 14 de febrero de 1879, respondiendo Bolivia, con una declaración de guerra, a la que se sumó Perú apoyando a Bolivia, país al que estaba unido por un acuerdo de defensa común, tras intentar vanamente un arbitraje. El 5 de abril, Chile le declaró la guerra a Perú.
El primer choque de fuerzas se produjo el 23 de marzo, en la batalla de Calama o de Topáter, donde murieron siete chilenos y veinte bolivianos.
Los barcos de la marina peruana eran famosos por su contundencia, entre los que se destacaban las fragatas Huascar y la Independencia, pero los chilenos, no lo eran menos. Ellos se jactaban también de su fuerza naval, representada particularmente por los acorazados Blanco Encalada y el Almirante Cochrane, con los cuales bloqueó Iquique, ciudad puerto que había pertenecido al virreynato del Perú, lugar también muy rico en salitre. La finalidad era impedir a los peruanos el abastecimiento de sus embarcaciones.
Al mismo tiempo, se producía otro enfrentamiento entre dos colosos: la fragata peruana Independencia, al mando de Juan Guillermo More y la corbeta chilena Covadonga, a cargo de Carlos Condell, pusieron en juego sus capacidades, imponiéndose el Perú, a pesar de perder su fragata predilecta (la Independencia).


LOS ENFRENTAMIENTOS EN TIERRA
Los chilenos habían demostrado en el mar ser los triunfadores, y esto les permitió estar mejor posicionados, también en tierra.
La primera batalla se libró en Piragua, el 2 de noviembre de 1879, que terminó con el triunfo chileno y la ocupación de esa ciudad peruana. El motivo de la elección de este lugar era impedir la comunicación entre las fuerzas peruano-bolivianas que se hallaban al norte y al sur de esa localidad.
El 27 de noviembre de 1879, los peruanos lograron vencer a sus rivales.
Batalla de TacnaEl 26 de mayo de 1880, se produjo la batalla de Tacna, donde nuevamente los chilenos se impusieron a las fuerzas conjuntas peruano-bolivianas, produciéndose el retiro de Bolivia del conflicto, y el bloqueo del puerto de Arica.
La última batalla tuvo lugar en Arica, el 7 de junio de 1880, la que les permitió a los chilenos avanzar sobre Lima.
Para mediar en el conflicto, y con la ayuda Argentina, Perú trató de lograr que Brasil realizara dicha gestión, pero obtuvo una rotunda negativa, que sólo sirvió para precipitar los acontecimientos.
 


EL TRATADO DE ANCÓN Y LA PAZ ENTRE CHILE Y PERÚ
Se firmó la paz en Ancón, entre Chile y Perú, a pesar de que Bolivia había solicitado a Perú que no hiciera la paz por separado, el 20 de octubre de ese año, y se instituyó como nuevo presidente peruano al general Miguel Iglesias.
Por dicho tratado, Perú perdió definitivamente el departamento de Tarapacá, mientras que la administración chilena se impondría por diez años en las provincias de Tacna y Arica. Transcurrido ese lapso de tiempo, la soberanía sobre dichos territorios sería decidida mediante consulta popular.
Pasaron más de los diez años estipulados y nada se había resuelto, ni ningún plebiscito se había convocado. En 1929, con mediación de Estados Unidos, se suscribió el Tratado de Lima, por la cual Tacna pasó a manos peruanas y Arica a las chilenas.
Dicen algunos historiadores que, en lo peor de la Campaña de la Sierra de la Guerra del Pacífico, específicamente en 1883, muchos soldados chilenos comenzaron a peruanizarse y a desertar, como consecuencia del alargamiento de la ocupación del Perú, lo que no dejó de ser en su momento un grave –y paradójico- problema para la dirigencia invasora, interesada en apurar el final de un conflicto que comenzaba a costar demasiado al erario chileno. Varios de estos desertores se plegaron al ejército peruano y pelearon con el general Andrés A. Cáceres en la batalla de Huamachuco y en otros encuentros y escaramuzas. A final del conflicto, encariñados con el país, considerable número de soldados chilenos decidieron no tomar el barco de retorno y permanecer en el Perú, donde fundaron familias. Independientemente de la curiosidad del dato histórico en sí, ello viene a propósito de la afinidad que puede llegar a existir entre nuestros pueblos, incluso en medio de circunstancias tan terribles.

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